sábado, 20 de octubre de 2012

LOS HUICHOLES



Los wixárikas  son un grupo mayoritario en Tepic y la mayor parte de Nayarit, conocidos en español como huicholes, habitan el oeste central de México en la Sierra Madre Occidental, principalmente en los estados de Jalisco, Nayarit y partes de Durango y Zacatecas. Se autodenominan wixárica a la gente en su lengua, a la que llaman wixaritari o vaniuki y que en español se conoce como huichol o lengua huichola), que pertenece a la familia de lenguas uto-aztecas. El etnónimo huichol proviene de la adaptación al idioma náhuatl del autónimo wixarika, debido a que en idioma huichol la a puede llegar a oirse como o; r y l son alófonos y la pronunciación de x que era sibilante fue interpretada como africada tz entre los siglos siglos XVII y XVIII (época en que pudo ocurrir el préstamo de la palabra), más la pérdida de la sílaba -ka, dio como resultado huitzol en náhuatl y su castellanización huichol.[1]
Los wixáricas hablan una lengua del grupo cora-chol que está cercanamente emparentado con el grupo nahua o aztecoide. Además han recibido influencias mesoamericanas, lo cual se refleja en que el huichol tiene rasgos típicos del área lingüística mesoamericana.
Historia
Los wixaritari (hablando también de los huicholes en forma plural) llegaron a la región de la barranca de Bolaños después de que llegaran los tepecanos o tepehuanes. Los antropólogos e historiadores no están de acuerdo de cuando llegó esta etnia a la región, pero los mismos wixárika reconocen en sus leyendas que, cuando llegaron a sus tierras actuales, ya había otra etnia que las habitaba. La historia oral de los tepehuanes afirma que algunas poblaciones actualmente habitadas por wixárika, como por ejemplo Santa Catarina, fueron tepehuanas en el pasado.[2] Además, no existen relatos en la historia oral ni de los tepehuanes ni de los wixárika de alguna conquista o dominación de los wixárika por parte de los tepehuanes.
La actividad central en la religión tradicional de los wixaritari es la recolección y consumo ritual del peyote (un cactus alucinógeno) en el lugar que ellos llaman wirikuta, que se ubica en la región de Real de Catorce en el estado de San Luis Potosí. El peyote no crece en la región de los wixaritari, pero es abundante en San Luis Potosí, territorio que fue dominio central de los guachichiles antes de la llegada de los españoles. A los guachichiles se les reconocía como una etnia fieramente defensiva de su territorio.[3] Que los guachichiles hubieran dejado pasar por su territorio a guerreros a cazar sin perturbarlos indica que los reconocían como parte de su misma etnia. Esto lo confirma la historia oral de los wixárika,[4] así como la similitud entre el idioma de los wixárika que tiene más similitud con la lengua de los guachichiles (ya extinta) que con la de los coras, sus vecinos actuales.[5]
Documentos históricos indican que para el siglo XVI, los wixárika ya habían llegado a la región del norte de Jalisco. En los relatos de Alonso Ponce, que datan del año 1587, indica que en la provincia de Tepeque, habitaba una etnia que solía unirse con los guachichiles para llevar a cabo incursiones a los asentamientos y caravanas españolas.[6] Los españoles que exploraron la región que llegó a ser Jerez relatan que se encontraron con bandas de guachichiles en la región que habían desalojado a los zacatecas que habían vivido ahí.[7] A través de esta evidencia histórica es posible postular que los wixárika llegaron a la región de la barranca de Bolaños aproximadamente al mismo tiempo que los españoles. La llegada de los españoles a tierras de los guachichiles en Zacatecas y San Luis Potosí había traído epidemia entre las comunidades indígenas cuyos integrantes no tenían resistencia a las enfermedades de Europa. Además, aquellos indígenas que no morían de las epidemias sufrían a causa de las encomiendas y concentraciones que llevaban a cabo los españoles para trabajar las minas recién descubiertas. Estas experiencias también quedan documentadas en la historia oral de los wixaritari.[8]
Llegaron los wixárikas a la región de la barranca de Bolaños como refugiados y se asentaron entre los pueblos de los tepehuanes. Es probable que se mezclaran los pueblos, ya que es evidente que estas dos etnias compartían muchas tradiciones, rituales (tal como el del uso de chimales, o palos de oración, y el uso de peyote en sus ceremonias) y hasta solían unirse bajo un solo líder para defenderse de las incursiones españolas y para montar rebeliones contra el gobierno colonial español. Queda documentada una rebelión montada entre las dos etnias en El Teúl en 1592[9] y otra en Nostic en 1702.

Vestimenta

La vestimenta tradicional varía de una región a otra y se caracteriza por su llamativa y elaborada confección, especialmente del traje masculino. Todos los diseños tienen una significación religiosa importante.
La vestimenta de las mujeres consiste en una blusa corta en un solo color, naguas interiores y exteriores, con un manto floreado para cubrir la cabeza y collares de chaquira. Los hombres usan pantalones de manta blanca y camisas del mismo material que tienen abierta la parte inferior de las mangas; dichas prendas están bordadas con elaborados diseños simétricos de colores. Los huicholes usan sombreros de palma con adornos de chaquira o bolas de estambre, una capa cuadrangular doblada a la mitad que se coloca sobre los hombros y, eventualmente, aretes y pulseras de chaquira. Para amarrar los faldones de la camisa a la cintura se usan cintas de lana. Cada hombre lleva consigo varios morrales pequeños; calzan huaraches. Los niños más grandes visten como sus padres, mientras los más pequeños andan semidesnudos.
Los huicholes constituyen un grupo orgulloso por su gran riqueza cultural, son de carácter alegre, comunicativo y hospitalario, y es frecuente verlos portando su vistosa indumentaria tradicional hecha de manta con bordados de colores vivos. Los hombres llevan terciadas bolsas de lana con bellos bordados y, según su número, es la posición social y económica de quien las porta.

Creencias religiosas

La religión wixárica y la religión cora son prácticamente las únicas en México que cuentan con una población importante (50 por ciento) de fuertes creencias nativistas como animistas es decir, con un arraigo religioso prehispánico y con menores influencias del catolicismo. El otro 50 por ciento de su población practica el catolicismo.[10] Su religión consiste en cuatro principales deidades: maíz, águilas, ciervos y peyote, todos ellos descendientes del sol, "Tau". Sus actos religiosos se llevan a cabo en un monte llamado 'Quemado', en el estado de San Luis Potosí (México). Este monte se encuentra dividido en dos, un lado para las mujeres y otro para los hombres. En sus actos religiosos suele hacerse uso del peyote. La siguiente es una descripción de lo que para ellos significa el uso de este cactus:
"Hay quienes tenemos alguna enfermedad física, del alma o del corazón o simplemente no hemos podido encontrar nuestra vida. En este desierto viviente y mágico, confín del mundo, el Venado Azul se nos revelará para encontrar nuestra vida, él nos enseñará, él será nuestra medicina. Una maximización del espíritu nos conducirá hasta el punto de la transformación temporal en transición a la exaltación espiritual, para encontrar las fuerzas del equilibrio. Esa capacidad inefable para aventurarnos sin temor en el angosto puente a través del gran abismo que separa el mundo ordinario del mundo del más allá. Para lograr éstas fuerzas del equilibrio debemos vencer nuestros miedos, quitar los malos pensamientos de nuestros corazones y unirlos. Los peregrinos debemos de estar limpios de todo mal de sentimiento, debemos de regresar al periodo de la vida en que éramos inocentes, antes de que fuéramos adultos, mundanos, ya que a ésta tierra madre venimos a nacer. El pasar de este mundo al más allá podremos hacerlo, porque al recibir el Venado Azul, dejaremos de ser ordinarios, seremos transformados. Pero hay que recordar que es solamente temporal porque somos solamente hombres y mujeres y no dioses."
Cabe mencionar que la religión va implícita a través de la vida del wixárika, forma parte de su identidad y está presente a lo largo de su accionar, de sus costumbres y en la cotidianeidad tanto individual como en lo comunitario. La religión viene a ser un compromiso fundamental en su existencia, es parte de su cultura y de sus distintas formas de expresión.
La música y el baile entre los wixárikas tienen fuertes rasgos prehispánicos y es parte del ritual con que se honra a la divinidad. Los bailes son poco variados y los pasos muy sencillos, llevan el ritmo con los pies. Una característica de las celebraciones es la de tomar tejuino, bebida hecha a base de maíz fermentado, distinta al tejuino popular, que es una bebida que embriaga y tiene un sabor distinto.
Los wixárikas conocen a los mestizos u occidentales con el nombre teiwari (singular) o "teiwarixi" (plural), y su significado no se sabe a ciencia cierta. Los wixáricas conforman una de las culturas indígenas que mantienen saberes y tradiciones ancestrales, una cosmovisión propia y diferente, y hoy en día buscan encontrar un diálogo con la cultura denominada occidental y conservarse frente a los retos de la globalización.

                                                                                                         Christian  Espinoza  Flores

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