martes, 23 de octubre de 2012

LOS MOCHOS O MOTOZINTLECOS

                                                                  Mochós o motozintlecos





 
Los miembros de este pueblo se llaman a sí mismos mochós o motozintlecos, como también los denominan regionalmente los lingüistas, aunque a los nativos de la ciudad de Motozintla de Mendoza, en el estado de Chiapas, también se les conoce con el nombre de motozintlecos. Por lo tanto, se les da la denominación de mochó a los hablantes de esa lengua indígena de la familia mayense. El vocablo mochó significa "no hay", y se dice que al llegar los españoles a esta región preguntaban a los antiguos habitantes por el nombre del lugar y lo único que éstos respondían era mochó.


Los mochós se asientan actualmente en los barrios aledaños a la cabecera municipal de Motozintla de Mendoza, en la Sierra Madre de Chiapas. El municipio de Motozintla se ubica al sureste del estado, a una altitud de 1, 300 msnm; limita al este con Guatemala y su extensión territorial es de 782 km cuadrados: el 1.05% del territorio estatal y el 0.04% del nacional. Algunos de los hablantes de mochó que habitan en otras comunidades se localizan en Belisario Domínguez y Tuzantán; estos últimos son considerados como hablantes de tuzanteco, que para los especialistas es una variante dialectal del mochó. En la actualidad, los mochó son un grupo urbano que se asienta en los barrios periféricos de Motozintla de Mendoza: el barrio de Campana, Canoas, Chelajú Grande, Chelajú Chico, Guadalupe y San Lucas. Los motozintlecos o mochós, viven ubicados en la frontera entre México y Guatemala. En México, habitan en las faldas del volcán de Tacaná, en los municipios de: Motozintla, Tuzantán, Tuzantán de Morelos y Belisario Domínguez, en el Estado de Chiapas. Este grupo se relaciona culturalmente.

 La actividad principal es la agricultura. Siembran maíz, frijol, haba, chile y jitomate. El café, papa y cacao se cultivan para la venta. El aguacate, naranja y plátano son de carácter secundario. La cría de borregos y aves de corral, al igual que la elaboración de objetos de barro y prendas de lana son destinadas para el uso familiar. Los habitantes de este grupo complementan su economía con el trabajo asalariado temporal, en las fincas cafetaleras de Soconusco, siendo muy reducida la emigración definitiva. Desde el punto de vista económico, los mochós dependen fundamentalmente de la agricultura, que constituye la actividad principal del grupo familiar. Sin embargo, el trabajo en las fincas cafetaleras del Soconusco y la venta de copal son los medios fundamentales del ingreso económico regional. La historia de la región está íntimamente relacionada con los cultivos de café y cacao. El cacao siempre fue un cultivo muy importante desde la época prehispánica, hasta que el café lo relegó a un segundo término en el siglo pasado.

La lengua motozintleco (mochó) es hablada por 400 personas en Chiapas. El motozintleco (Chiapas) está casi extinto. La lengua mochó o motozintleco, se clasifica dentro del tronco lingüístico maya.
La mayoría de los especialistas en lenguas hayenses consideran que el motozintleco es una lengua derivada del tronco kanjobalano. Al establecer una subdivisión de la familia de lenguas mayas, estos especialistas presentan al motozintleco como una lengua proveniente del jacalteco y asociado al ixil y al aguacateco.

En la región donde habitan los mochós, también se encuentra el grupo mam y el cakchiquel.
Las lenguas mam y cakchiquel pertenecen al tronco lingüístico maya y la primera es la lengua predominante en esta región.
Antiguamente, los mochós construían sus viviendas con paredes de tejamanil (madera de pino) y el techo lo fabricaban con este material o con hojas de palma. En la actualidad, la vivienda se construye con paredes de adobe, techos de lámina de zinc y piso de cemento. Cada casa cuenta generalmente con dos cuartos.






                                        JOSÉ ALBERTO VILLATORO GUILLEN





lunes, 22 de octubre de 2012

LOS AZTECAS













El grupo azteca o mexica fue el que mayor desarrollo había alcanzado hasta inicios del siglo XVI. Los aztecas no eran autóctonos del centro de México. Antes de establecerse definitivamente en Mexico-Tenochtitlan pasaron un par de siglos buscando lugar apropiado. Eso no sucedió en tiempos remotos, sino en un lapso comprendido entre los siglos XII y XIV. Procedían de la periferia de Mesoamérica, de un lugar llamado Aztlán. Siguieron un itinerario, estableciéndose temporalmente en diversos puntos de su recorrido.Aztlán era una isla situada en una laguna, en la que vivían los aztecas o mexicas: los atlacachichimecas, como se llamaban entonces. Eran tributarios de los Aztlánecos, señores de la tierra. Para subsistir y pagar sus tributos pescaban, cazaban y recolectaban especies vegetales y animales del lago. Pero también eran agricultores. Sembraban en "camellones " que construían en la isla. Cuando no soportaron ya mas las cargas tributarias que los otros les imponían, decidieron abandonar Aztlán e ir en busca de otra tierra que, según los aztecas mismos, les había sido prometida.Nunca se ha podido saber dónde estuvo situado tal lugar, cuya identificación no solo tendría interés geográfico, sino que, como veremos, localizado en el tiempo y en el espacio, resulta una de las claves principales para la reconstrucción completa de la ruta. Así sabríamos muchos pormenores de los hechos históricos acontecidos durante la migración y tendríamos una idea más certera en torno a los orígenes y la cultura que portaron aquellos mexicas que tanta importancia tuvieron en el mundo mesoamericano. Sobre la localización de Aztlán se han desarrollado muchas y diferentes conjeturas, a través de las distintas etapas del desarrollo histórico de México. Ideas que han sido determinadas por diversos intereses y particulares circunstancias que no vamos aquí a considerar, ya que eso es motivo de trabajo bien distinto. Solo dejaremos constancia de que, para unos, Aztlán debería encontrarse en las llanuras que en el norte de México eran recorridas entonces por los nómadas; mas o menos en cercanía con Mesoamérica o tan lejos como el territorio de Nuevo México o los territorios californianos. Algunos otros se inclinaron a pensar que Aztlán podría ser localizado hacia el noreste de Mesoamérica, en la región huasteca. Otros pensaron en una localización occidental, hacia la costa de Nayarit. Relacionado con la localización de este lugar en alguna de esas zonas, se presenta el problema del status cultural que los mexicas tuvieron durante la época en que eran migrantes, ya que, si procedían de provincias norteñas, fuera del área mesoamericana, debieron ser entonces chichimecas, es decir, nómadas cazadores y recolectores, con cultura similar a la de los grupos que habitaron el norte y noroeste de México y el suroeste de los Estados Unidos; o si Aztlán estuvo dentro del territorio de los sedentarios, y en ese caso serían un grupo con cultura mesoamericana. Según unas fuentes, por ejemplo los Anales de Tlatelolco y los códices Telleriano Remensis y Vaticano A o Vaticano-Ríos, los mexicas eran nómadas y así aparecen en sus paginas. Vestían pieles, usaban el arco y la flecha y se dedicaban a la caza para su subsistencia. Si estas fuentes tienen razón, bueno seria recordar su lejana procedencia. Según otras fuentes, como, por ejemplo, todas las que están enlazadas por nexos historiográficos comunes: el Códice Ramírez, la obra de fray Diego Duran, la de Tezozómoc, la de Acosta, esta ultima en lo que se refiere a México, los mexicas eran, como podríamos decir hoy día, verdaderos mesoamericanos, es decir, desde su origen, un grupo completamente aculturado.  La primera, que es la más directa, esta contenida en una tradición que, al respecto, el dominico Diego Duran recogiera en el siglo XVI. Dice el cronista que en la época en que Motecuhzoma llhuicamina gobernaba a lo s mexicas en Tenochtitlan y estos se encontraban gozando de cierto esplendor material, quiso hacer participe de este bienestar a los descendientes de sus antepasados que habían quedado en la patria original. Entonces mandó llamar a sus sabios, a sus tlamatinime, para que reconstruyeran la ruta por donde habían venido los ancestros, a fin de trasladarse por ella hacia Aztlán, llevando "presentes" a sus lejanos parientes. Los tlamatinime obedecieron la orden y fueron paso a paso y lugar por lugar, siguiendo la ruta hasta Tula. Mas adelante solo pudieron llegar a otros dos lugares del recorrido. Sin embargo, como el conocimiento del pasado en el México prehispánico, basado en una acendrada conciencia histórica, era motivo de prestigio para el grupo y principalmente para los dirigentes, se decidió seguir con la reconstrucción de la ruta, aunque por medio de artes mágicas. Para ello se convirtieron en nahuales o hechiceros y, volando, llegaron hasta la patria original, en donde encontraron a Coatlicue, la madre de Huitzilopochtli, y a varios de sus sacerdotes. Con ellos se entrevistaron, les informaron de cómo vivían los mexicas de Mexico-Tenochtitlan y les entregaron los regalos.Hay otro hecho que también puede despertar alguna duda sobre las informaciones de los cronistas.Es probable que en la historia destruida estuviera encerrada la tradición exacta de la migración. Los problemas aquí señalados y otros asimismo relacionados con este tema, si bien han dificultado el conocimiento de esta etapa de la historia azteca, su elucidación si ha sido suficientemente interesante. Mediante ella se ha reconstruido la ruta con base en los registros posteriores; pero, aun más, se han podido aclarar otras muchas de sus particularidades, considerando y analizando otras informaciones que antes se tenían solo como complementarias. 
Así, en la actualidad, conocemos la peregrinación no sólo como un relato escueto de lugares recorridos y su respectiva cronología, sino que se ha podido hacer la identificación de lugares que faltaban, se han establecido plausibles hipótesis sobre la localización de otros, especialmente Aztlán, se pueden discernir varios acontecimientos históricos de esa época, antes inasequibles y míticos, y se ha realizado la descripción de los rasgos y patrones que conformaban la cultura que entonces tenían los aztecas, así como su identificación como mesoamérica. De la ruta, hechos históricos y cultura de los peregrinantes aztecas, así como de otros pormenores, nos ocuparemos enseguida.   





CHRISTIAN ESPINOZA







LOS TOTONACAS


Los totonacas eran un pueblo indígena mesoamericano de la zona de Veracruz en México. Formaban una confederación de ciudades; pero hacia principios del Siglo XVI se encontraban bajo el dominio de los mexicas. Su economía era agrícola y comercial y tuvieron grandes centros urbanos como:El Tajín (300-1200), máximo exponente del esplendor de la cultura totonaca, Papantla (900-1519). Cempoala (900-1519). Vista de la plaza principal de las ruinas de la ciudad de Cempoala, capital de la Nación Totonaca, la primera en establecer una alianza militar con las huestes castellanas para atacar a los señoríos de la Triple Alianza o Ēxcān Tlahtolōyān.La cultura Totonaca (hay quien traduce la palabra totonaco, como "tres corazones", en referencia a los tres centros que animan esta cultura) destaca por la cerámica muy variada, la escultura en piedra, la arquitectura monumental y avanzada concepción urbanística de las ciudades. En 1519 tuvo lugar una reunión entre 30 pueblos totonacas en la Ciudad de Cempoala. Ello sellaría para siempre su futuro y el de todas las naciones mesoamericanas. Se trata de la alianza que establecieron con el conquistador español Hernán Cortés para marchar juntos a la conquista de Tenochtitlan. Los totonacas voluntariamente aportaron 1300 guerreros a la empresa de Cortés,1 que por su parte, se hacía acompañar de unos 500 españoles. El razonamiento de los totonacas fue que los españoles los liberarían del yugo mexica, pero una vez lograda la derrota del imperio mexica, los totonacas, incluidos los de Cempoala, fueron sometidos al Imperio español, y a continuación evangelizados y en parte aculturizados por las autoridades virreinales primero y mexicanas después.Fueron convertidos en siervos de los conquistadores españoles bajo el sistema de encomiendas, convirtiéndose en siervos de los colonos españoles y caciques indígenas, particularmente en el naciente cultivo de caña de azúcar, durante la gobernación de Nuño de Guzmán.Poco tiempo después, Cempoala fue deshabitada y su cultura extinguida y olvidada. La cultura totonaca volvió a ser descubierta a fines del siglo XIX por el arqueólogo e historiador mexicano Francisco del Paso y Troncoso.Los totonacas se desarrollaron en la parte central de Veracruz y hacia el clásico tardío, su área ocupacional llegaba al sur hasta la cuenca del río Papaloapan, al oeste a los municipios de Acatlán estado de Oaxaca, Chalchicomula estado de Puebla, el Valle de Perote, las sierras de Puebla y de Papantla y las tierras bajas del río Cazones.                                                           Lo más relevante de la cultura totonaca se alcanzó durante el clásico tardío cuando construyeron centros ceremoniales como El Tajín, Yohualichán, Nepatecuhtlán, Las Higueras, Nopiloa y el Zapotal. Esta zona es conocida como el totonacapan, el sufijo nahuatl -pan (sobre) refiere "lugar" o "tierra". Son admirables los adelantos y perfección de formas alcanzados en la elaboración de yugos, palmas, hachas, serpientes cobra, caritas sonrientes y las esculturas monumentales de barro. Al parecer, los totonacas formaron parte del imperio de Tula y a partir de 1450 fueron conquistados por los nahoas de la Triple Alianza y se unieron a las tropas.








Marcos Gilberto











LOS PUREPECHAS


La cultura tarasca o purépecha es una cultura precolombina de México que floreció principalmente en la región oriental del estado de Michoacán. La cultura se inició aproximadamente en el año 1200 d.C. y su esplendor terminó hacia el año 1600. Su gobierno era monárquico y teocrático. Como la mayoría de las culturas prehispánicas, eran politeístas. El calificativo "tarasco" es un epónimo considerado despectivo por los modernos descendientes de las poblaciones que conformaron esta cultura, que se autodenominan Purépechas. Actividades Se dedicaban a la alfarería, escultura, arquitectura, pintura, orfebrería y notablemente la pesca fue y sigue siendo una actividad primordial para los purépechas. También eran los únicos que manejaban el bronce por lo que era uno de sus secretos.Dioses Los tarascos eran politeístas, su dios principal era Curicaveri (el que surge del fuego), sin embargo también era la deidad principal de recolectores, cazadores y de la guerra. También destacan:Curicaueri (el gran fuego): Dios del fuego. Se le considera la deidad más antigua de los tarascos.2Cuerauáperi o Kuerajperi: La que desata el viento, es esposa de Curicaueri, representa a la Luna, es a la vez madre y padre de todos los dioses. Deidad relacionada con la tierra y la lluvia, pues se le consideraba como la productora de las nubes, la auxiliaban cuatro deidades más, que eran sus hijas: Nube Roja, Nube Blanca, Nube Amarilla y Nube Negra.3Xarátanga: La que aparece en todas y diversas partes, es una advocación de la Luna o Cuerauáperi, señora o madre luna o luna nueva.4Pehuame: La parturienta, es otra advocación de Cuerauáperi o de la Luna madre. Es la deidad del parto y esposa del Sol. Su principal centro de culto estaba en Tzacapu.5Nana Cutzi: La madre encorvada, actualmente los tarascos o purépechas siguen utilizando el nombre para referirse a la Luna. Los purépechas antiguos eran hablantes exclusivos del idioma purépecha, una lengua aislada que no guarda relación histórica demostrada con ninguna otra en la región. Religión Originalmente la cultura purépecha tenía su propia religión original y nativa del imperio Purépecha que mantuvo hasta el contacto hispánico, posterior a éste contacto comenzó la evangelización de los purépechas, por parte de las órdenes fransciscanas en las regiones fronterizas del imperio purépecha, ya anexado a la corona española cuando todavía vivía Tangaxoán II. Posterior a la muerte de  la evangelización voluntaria de los purépechas, lo que desembocó en la adopción del catolicismo de gran parte de los purépechas a mediados de la era colonial. Actualmente la mayor parte de los purépechas son católicos. La gastronomía Los sabores de la tierra michoacana se hermanaron con la antigua tradición gastronómica del Istmo de Tehuantepec en Oaxaca, mediante el Mercadito Humánitas, muestra culinaria inaugurada el pasado miércoles que busca rescatar la cocina tradicional de ambos pueblos, al mismo tiempo que persigue la declaración patrimonial para la cocina tradicional oaxaqueña.Este encuentro gastronómico que se desarrollará hasta el próximo domingo en la ciudad de Oaxaca como parte de las actividades del encuentro cultural Humánitas, que tiene como estado invitado a Michoacán y a Italia como país de honor, se desarrolla mediante un esfuerzo conjunto entre las dependencias de gobierno y la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac) de Oaxaca.
 Bajo el lema La hermandad en la diversidad, el encuentro  cultural Humánitas propició la conjunción de sabores michoacanos e istmeños que podrán ser degustados.




Marcos Gilberto











sábado, 20 de octubre de 2012

LOS HUICHOLES



Los wixárikas  son un grupo mayoritario en Tepic y la mayor parte de Nayarit, conocidos en español como huicholes, habitan el oeste central de México en la Sierra Madre Occidental, principalmente en los estados de Jalisco, Nayarit y partes de Durango y Zacatecas. Se autodenominan wixárica a la gente en su lengua, a la que llaman wixaritari o vaniuki y que en español se conoce como huichol o lengua huichola), que pertenece a la familia de lenguas uto-aztecas. El etnónimo huichol proviene de la adaptación al idioma náhuatl del autónimo wixarika, debido a que en idioma huichol la a puede llegar a oirse como o; r y l son alófonos y la pronunciación de x que era sibilante fue interpretada como africada tz entre los siglos siglos XVII y XVIII (época en que pudo ocurrir el préstamo de la palabra), más la pérdida de la sílaba -ka, dio como resultado huitzol en náhuatl y su castellanización huichol.[1]
Los wixáricas hablan una lengua del grupo cora-chol que está cercanamente emparentado con el grupo nahua o aztecoide. Además han recibido influencias mesoamericanas, lo cual se refleja en que el huichol tiene rasgos típicos del área lingüística mesoamericana.
Historia
Los wixaritari (hablando también de los huicholes en forma plural) llegaron a la región de la barranca de Bolaños después de que llegaran los tepecanos o tepehuanes. Los antropólogos e historiadores no están de acuerdo de cuando llegó esta etnia a la región, pero los mismos wixárika reconocen en sus leyendas que, cuando llegaron a sus tierras actuales, ya había otra etnia que las habitaba. La historia oral de los tepehuanes afirma que algunas poblaciones actualmente habitadas por wixárika, como por ejemplo Santa Catarina, fueron tepehuanas en el pasado.[2] Además, no existen relatos en la historia oral ni de los tepehuanes ni de los wixárika de alguna conquista o dominación de los wixárika por parte de los tepehuanes.
La actividad central en la religión tradicional de los wixaritari es la recolección y consumo ritual del peyote (un cactus alucinógeno) en el lugar que ellos llaman wirikuta, que se ubica en la región de Real de Catorce en el estado de San Luis Potosí. El peyote no crece en la región de los wixaritari, pero es abundante en San Luis Potosí, territorio que fue dominio central de los guachichiles antes de la llegada de los españoles. A los guachichiles se les reconocía como una etnia fieramente defensiva de su territorio.[3] Que los guachichiles hubieran dejado pasar por su territorio a guerreros a cazar sin perturbarlos indica que los reconocían como parte de su misma etnia. Esto lo confirma la historia oral de los wixárika,[4] así como la similitud entre el idioma de los wixárika que tiene más similitud con la lengua de los guachichiles (ya extinta) que con la de los coras, sus vecinos actuales.[5]
Documentos históricos indican que para el siglo XVI, los wixárika ya habían llegado a la región del norte de Jalisco. En los relatos de Alonso Ponce, que datan del año 1587, indica que en la provincia de Tepeque, habitaba una etnia que solía unirse con los guachichiles para llevar a cabo incursiones a los asentamientos y caravanas españolas.[6] Los españoles que exploraron la región que llegó a ser Jerez relatan que se encontraron con bandas de guachichiles en la región que habían desalojado a los zacatecas que habían vivido ahí.[7] A través de esta evidencia histórica es posible postular que los wixárika llegaron a la región de la barranca de Bolaños aproximadamente al mismo tiempo que los españoles. La llegada de los españoles a tierras de los guachichiles en Zacatecas y San Luis Potosí había traído epidemia entre las comunidades indígenas cuyos integrantes no tenían resistencia a las enfermedades de Europa. Además, aquellos indígenas que no morían de las epidemias sufrían a causa de las encomiendas y concentraciones que llevaban a cabo los españoles para trabajar las minas recién descubiertas. Estas experiencias también quedan documentadas en la historia oral de los wixaritari.[8]
Llegaron los wixárikas a la región de la barranca de Bolaños como refugiados y se asentaron entre los pueblos de los tepehuanes. Es probable que se mezclaran los pueblos, ya que es evidente que estas dos etnias compartían muchas tradiciones, rituales (tal como el del uso de chimales, o palos de oración, y el uso de peyote en sus ceremonias) y hasta solían unirse bajo un solo líder para defenderse de las incursiones españolas y para montar rebeliones contra el gobierno colonial español. Queda documentada una rebelión montada entre las dos etnias en El Teúl en 1592[9] y otra en Nostic en 1702.

Vestimenta

La vestimenta tradicional varía de una región a otra y se caracteriza por su llamativa y elaborada confección, especialmente del traje masculino. Todos los diseños tienen una significación religiosa importante.
La vestimenta de las mujeres consiste en una blusa corta en un solo color, naguas interiores y exteriores, con un manto floreado para cubrir la cabeza y collares de chaquira. Los hombres usan pantalones de manta blanca y camisas del mismo material que tienen abierta la parte inferior de las mangas; dichas prendas están bordadas con elaborados diseños simétricos de colores. Los huicholes usan sombreros de palma con adornos de chaquira o bolas de estambre, una capa cuadrangular doblada a la mitad que se coloca sobre los hombros y, eventualmente, aretes y pulseras de chaquira. Para amarrar los faldones de la camisa a la cintura se usan cintas de lana. Cada hombre lleva consigo varios morrales pequeños; calzan huaraches. Los niños más grandes visten como sus padres, mientras los más pequeños andan semidesnudos.
Los huicholes constituyen un grupo orgulloso por su gran riqueza cultural, son de carácter alegre, comunicativo y hospitalario, y es frecuente verlos portando su vistosa indumentaria tradicional hecha de manta con bordados de colores vivos. Los hombres llevan terciadas bolsas de lana con bellos bordados y, según su número, es la posición social y económica de quien las porta.

Creencias religiosas

La religión wixárica y la religión cora son prácticamente las únicas en México que cuentan con una población importante (50 por ciento) de fuertes creencias nativistas como animistas es decir, con un arraigo religioso prehispánico y con menores influencias del catolicismo. El otro 50 por ciento de su población practica el catolicismo.[10] Su religión consiste en cuatro principales deidades: maíz, águilas, ciervos y peyote, todos ellos descendientes del sol, "Tau". Sus actos religiosos se llevan a cabo en un monte llamado 'Quemado', en el estado de San Luis Potosí (México). Este monte se encuentra dividido en dos, un lado para las mujeres y otro para los hombres. En sus actos religiosos suele hacerse uso del peyote. La siguiente es una descripción de lo que para ellos significa el uso de este cactus:
"Hay quienes tenemos alguna enfermedad física, del alma o del corazón o simplemente no hemos podido encontrar nuestra vida. En este desierto viviente y mágico, confín del mundo, el Venado Azul se nos revelará para encontrar nuestra vida, él nos enseñará, él será nuestra medicina. Una maximización del espíritu nos conducirá hasta el punto de la transformación temporal en transición a la exaltación espiritual, para encontrar las fuerzas del equilibrio. Esa capacidad inefable para aventurarnos sin temor en el angosto puente a través del gran abismo que separa el mundo ordinario del mundo del más allá. Para lograr éstas fuerzas del equilibrio debemos vencer nuestros miedos, quitar los malos pensamientos de nuestros corazones y unirlos. Los peregrinos debemos de estar limpios de todo mal de sentimiento, debemos de regresar al periodo de la vida en que éramos inocentes, antes de que fuéramos adultos, mundanos, ya que a ésta tierra madre venimos a nacer. El pasar de este mundo al más allá podremos hacerlo, porque al recibir el Venado Azul, dejaremos de ser ordinarios, seremos transformados. Pero hay que recordar que es solamente temporal porque somos solamente hombres y mujeres y no dioses."
Cabe mencionar que la religión va implícita a través de la vida del wixárika, forma parte de su identidad y está presente a lo largo de su accionar, de sus costumbres y en la cotidianeidad tanto individual como en lo comunitario. La religión viene a ser un compromiso fundamental en su existencia, es parte de su cultura y de sus distintas formas de expresión.
La música y el baile entre los wixárikas tienen fuertes rasgos prehispánicos y es parte del ritual con que se honra a la divinidad. Los bailes son poco variados y los pasos muy sencillos, llevan el ritmo con los pies. Una característica de las celebraciones es la de tomar tejuino, bebida hecha a base de maíz fermentado, distinta al tejuino popular, que es una bebida que embriaga y tiene un sabor distinto.
Los wixárikas conocen a los mestizos u occidentales con el nombre teiwari (singular) o "teiwarixi" (plural), y su significado no se sabe a ciencia cierta. Los wixáricas conforman una de las culturas indígenas que mantienen saberes y tradiciones ancestrales, una cosmovisión propia y diferente, y hoy en día buscan encontrar un diálogo con la cultura denominada occidental y conservarse frente a los retos de la globalización.

                                                                                                         Christian  Espinoza  Flores